Garota plena de intimidades y secretos
Que guarda entre los pliegues de la enagua
la yerba que a golpes de sol y agua
permite solventar el silencio.
Garota ajada que se encontró un efebo
Que le obnubiló su madurez
A punto de ser cirujada para esculpirle
Una cicatriz que la rodea
Que le da vuelta a su cintura
Y que se detiene en su vientre.
Que logró dar el salto de la liebre
Cuando le vendió la sal de las cosas
Cuando le dolió verle entre los brazos
Del otro que la sostenía a piedra y canto
Entre las flores muertas del desamor
Garota que perseguía al otro
Pidiéndole la clave de un celular
O la desmemoriada veta de un mail...
Que guarda entre los pliegues de la enagua
la yerba que a golpes de sol y agua
permite solventar el silencio.
Garota ajada que se encontró un efebo
Que le obnubiló su madurez
A punto de ser cirujada para esculpirle
Una cicatriz que la rodea
Que le da vuelta a su cintura
Y que se detiene en su vientre.
Que logró dar el salto de la liebre
Cuando le vendió la sal de las cosas
Cuando le dolió verle entre los brazos
Del otro que la sostenía a piedra y canto
Entre las flores muertas del desamor
Garota que perseguía al otro
Pidiéndole la clave de un celular
O la desmemoriada veta de un mail...
¡Oh desmesura de su cotidianidad!
Señalando al otro sin caridad
Juzgando al otro con el rasero
Que ella no utilizaba para ella misma
Porque no persiguió al Efebo,
A la caña viche que consolaría
El decrépito Ingenio y gastado molino
Por qué no lo siguió a Manaos
A Río, al Cocovado o a Ipanema.
Prefirió encontrarlo en el subterfugio
De una escapada breve en la
Mortecina luz de un motel
Donde abrió su corazón al silencio
A la mentira sagrada del desamor
Para regresar a su casa
A la cotidiana brega
marcada por el sudor del día
y el rastro bruno de una
digestión incompleta
de la vida breve
que se pierde
Señalando al otro sin caridad
Juzgando al otro con el rasero
Que ella no utilizaba para ella misma
Porque no persiguió al Efebo,
A la caña viche que consolaría
El decrépito Ingenio y gastado molino
Por qué no lo siguió a Manaos
A Río, al Cocovado o a Ipanema.
Prefirió encontrarlo en el subterfugio
De una escapada breve en la
Mortecina luz de un motel
Donde abrió su corazón al silencio
A la mentira sagrada del desamor
Para regresar a su casa
A la cotidiana brega
marcada por el sudor del día
y el rastro bruno de una
digestión incompleta
de la vida breve
que se pierde
por el sifón
dando vueltas
dando vueltas
dextrógiras...
Ya no vale la pena cantarle odas
Menos poemas
A quién salió del país
Para buscar la juerga.
Aupadas en la falsa
Solidaridad de una palabra encerrada
En el discurso de un enfermo
del alma y el corazón que
Se quedó en Cali
Rumiando amarguras
Y sospechando
Lo que confirmó
Cuando se asomó
Por casualidad
A la intimidad sutíl
De una renegada del amor
Que falazmente
Dice profesarle
Al marido.
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